lunes, 18 de agosto de 2014

NO TE DESANGRES POR MÍ - CUENTO


Cuento de perfil contestatario


En el año 1905 el presidente de Chile Germán Riesco envió una comisión al puerto nortino que evaluara la precaria situación pampina, aquel lugar de desventura, con un sol quemante, desierto y cepos. Los ingleses y oligarcas chilenos vivían en una arrogante opulencia disfrutando del tenis y eventos artísticos, con casonas impresionantes y servidumbre. Los pampinos trabajaban como animales de carga con jornadas extensas e inhumanas, residían en viviendas miserables y hacinados, con hijos y esposas que se morían por cualquier cosa, al no existir la atención médica mínima. Riesco, en una actitud profética y patente, presentía una explosión social. Al final, fue la sonajera de tripas la que sacudió las estructuras económicas, por un breve tiempo, inquietando a los señores feudales, del salitre y otros. El hambre mueve masas y montañas, aumenta la fe. Las conclusiones de la comisión, que fueron leídas por muchos, terminaron guardadas en un archivo. Pedir el pago del paupérrimo salario en moneda chilena era demasiado, una insolencia, entre otros. El pago de horas extraordinarias y la seguridad laboral mínima eran un oprobio. En el petitorio de diciembre del año 1907 se les olvidó la atención médica formal y permanente y la buena alimentación, con cargo a las oficinas salitreras, entre otras tantas necesidades básicas. Es que no querían provocar a los patrones ni enfadar al caballeroso y benigno Intendente de Tarapacá, que era como un padre. Considerando la filosofía política de Marx, los vilipendios, los agitadores revolucionarios, la exclusión brutal de las clases populares, las ignominias, el hambre y el movimiento obrero chileno, se convertían ahora en el enemigo interno que ponía en peligro ese orden establecido ya en la época colonial en donde al final del día existían tres categorías rígidas: negreros, monseñores y esclavos. Los impecables militares están al fiel servicio de los dos primeros. Desde el lugar que le tocó por designio del destino, cada uno debía realizar en esta tierra sus quehaceres con una sumisión a Dios que los peones chilenos ya no aceptaban de buenas a primeras. Este germen de insurrección era el fondo del gran problema. Con tanto comunista y ácrata dando vuelta por la pampa, los poblados y campos, una guerra preventiva no era descartable, una primera, potente y única batalla, era una alternativa confiable, como finalmente ocurrió en varias oportunidades, y de esta manera evitar que el caos crezca. Las desvergonzadas colusiones de los poderosos se dan en todos los ámbitos desde siempre, desde que el hombre es hombre, inclusive en la entrada al santo cielo, en los negocios, en el amor y en las matanzas. Un ciudadano indócil sólo trae complicaciones y trabas a la paz social de la elite. El hambre de poder, de los poderosos se contrapone despiadada y frontalmente con el hambre de los postergados.

Abril 1907

En abril de 1907 se reúnen conocidos dirigentes obreros de las diferentes agrupaciones e invitados en la plaza Montt de Iquique para conversar y analizar los padecimientos de Tarapacá, en el ardiente norte de Chile. Hay una gran preocupación, que germinó con el alza de precios. El sarcasmo sutil prevalece en los vocablos.
-Los ricos cuando tienen que ahorrar bajan los sueldos de los obreros y cuando ganan millones y millones no existimos –opina irónicamente Díaz.
-La bolsa de valores concreta esos trucos y esquilmos ciclópeos que nunca comprendo y nosotros siempre pagamos todos los platos rotos –señala suavemente la señora Rosaura.
-Es que la aristocracia, criolla o extranjera, no tiene Dios ni ley ni patria ni moralidad, aunque sí tiene un Vicario Apostólico leal acá en Iquique y en todos los sitios, consagrado a bañar con agua bendita las fechorías y saqueos de los pudientes. Dios siempre termina de parte de los más acomodados, que siempre parten al más allá con alas blancas –expresa un risueño Mancilla.
-El penique es el único dios, y al cual le prenden velas y seguramente le rezan. El Romano Pontífice y los empresarios van tras el oro primeramente –comenta adolorida la señora Amalia.
-El Estado, a través de la maquinita que fabrica billetes fue al rescate de la banca, que es el principal socio del poder político. Esto implica que la inflación hiere al pobre y beneficia a algunos pudientes. El Estado no rescatará a los oprimidos, a lo más entregará unas migajas, si es que fastidian demasiado. Este mundo no puede vivir sin una banca saneada. La banca, experta en chantajes y en desvalijamientos legales de países, es más indispensable que el agua y el aire en este modelo impuesto, reza el credo del despótico –opina un economista invitado.
-El terremoto del año pasado en Valparaíso lo empeoró todo –recalca Morgado.
-Con cualquier excusa, sea mentira o una verdad a medias, le chupan la sangre a la patria entera, que en este caso somos sólo nosotros –dice Moore con turbación.
-El Congreso Nacional se vendió, es una ramera. Nada esperemos de esta cloaca. El quehacer político se desprestigió. El Parlamentarismo es otra forma de robar, de esquilmar, nada más. –opina Ponce.
-Sí, pero es una ramera tan cara que el humilde obrero no la persuadirá –expresa Vergara.
-Este es un año decisivo. Tal vez podamos optar por la manumisión y desmarcarnos de una buena vez de esta servidumbre desalmada. –plantea José Díaz.
-En nuestros lomos, particularmente en el de los pampinos, reside la billetera de la patria y somos los grandes ausentes en la mesa de la prosperidad. Sólo participamos de las penurias, y solos, porque el dueño de la mansión mantendrá sus esplendores y privilegios, con el apoyo del Gobierno, la Madre Iglesia y de los militares –recalca un enfadado Olea.
-La especulación bursátil deliberada de los manipuladores de siempre es una de las culpables –el economista intenta dar una explicación técnica al descalabro.
-No queremos que especulen con nuestras justas y básicas demandas y las de nuestros hermanos pampinos –señala inquieto Morgado.
-El Presidente debe aprobar nuestra petición de aumento de sueldo y tomar alguna medida que detenga la terca inflación y la piojería –expresa con optimismo Amalia.
-Veo que se devalúa la moneda mas no vuestra impresionante voluntad –dice el economista.
-Todos los trabajadores habitamos en el mismo lodo y si no levantamos con vigor nuestra voz nos morimos de hambre, si los piojos no nos asesinan primero –cree Luis Ponce.
-Los precios en las pulperías son intolerables. El calichero es un galeote maltratado y a nadie le importa. Ninguna misericordia grande lo roza –señala Dolores con frustración.
-Estoy nervioso con la eventual actitud del Ejército. En años anteriores hubo muertos cuando trabajadores pedían mucho menos, lo justo –les recuerda Mancilla.
-No me preocuparía tanto, los generales son sólo estafetas de la oligarquía. Ellos son el único problema –acentúa Jiménez.
-Es notable la diferencia entre los sueldos de la empresa privada y el de los empleados públicos –expresa Ponce.
-Tengo la esperanza que empresas mineras y de otros rubros puedan absorber mano de obra barata y así subir un poco el nivel de los salarios en el norte de Chile –señala con fe Rosaura.
-Jamás faltará la mano de obra barata. La Santa Iglesia enseña e insiste que una mujer necesitada traerá al mundo todos los cautivos que el Señor le dé. Y por último están los inmigrantes y se les acabó el problema –expresa Abdón Díaz, que no era muy querido.
-Escuché que La Moneda solicitará un cargamento de miles de chinos –dice Mancilla.
-De este modelo político déspota y excluyente espero cualquier cosa –expresa desilusionada Amalia, que sabe que la mano de obra barata no les faltará jamás.
-Hay que comunicarle al Vicario Apostólico Martín Rücker que los primeros vicios a extirpar son la explotación, el hambre, el hacinamiento, la insalubridad y el enjambre de abusos de los pudientes –señala Mancilla.
-Rücker debería pararse con un megáfono y una sirena en medio de las plazas y calles a denunciar la esclavitud en Tarapacá, y en las misas, como lo habría hecho Juan el Bautista, con la encíclica social Rerum Novarum en la mano. Rezar en silencio por los desvalidos es un sarcasmo inhumano –expresa frustrado Moore, que tampoco confía en la inmobiliaria gigante ex cathedra llamada Santa Sede.
-Los sermones en latín y los escritos tibios sagaces y supuestamente sensibles de Rücker, Vargas, Stica, Antequera y el de los otros curas son basura, no remecen los atropellos. Predican con rostros seráficos romanizados y la carestía extrema continúa tiesa –remarca un dolido Díaz, que no comprende del todo la desidia hábil y cínica de los monseñores.
-La misión de los sacerdotes es que los trabajadores sean unos sometidos, unos vasallos felices con un rosario en la mano, por medio del lavado de cerebros. La justicia social intransigente y el desprendimiento del Evangelio puro y sencillo son desestimados con ira y astucia por la Madre Iglesia. Los apóstoles de Jesús no eran latifundistas, ni negreros, ni insensibles, ni aristócratas ni lameculos del rey o premier –agrega Rosaura.
-El Vicario Apostólico es el responsable de mantener a los negreros bien sacramentados y adheridos al lecho celestial de San Pedro, además de bendecir los sables que le revientan las tripas a civiles desarmados en huelga. Los millonarios se van al cielo escoltados por el arcángel Gabriel y una comitiva ad hoc –señala Amalia.
-El gerente general del latifundio de San Pedro vive en Roma –dice el economista, y todos ríen sanamente, ya que la Santa Sede es una multinacional multimillonaria.
-La expresión sagrada: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos”, la interpretan a su antojo y de tal manera que ningún inglés, empresario, pulpería, cura o político, vaya a extraviar su alma en el fuego eterno del infierno –concluye parcamente Olea, porque el purgatorio es la puerta de emergencia por si se presentan líos en el otro lado y el Vaticano no pasa por el ojo de una aguja.
-Sólo espero que el Vicario Apostólico no se olvide de la primera parte capítulo cinco del libro de Santiago, de la Biblia, que sería de muchísima ayuda en estos tiempos crueles. Tal vez todos necesitemos escuchar esta palabra sagrada que dice:” ¡Oigan esto, ustedes los ricos! ¡Lloren y griten por las desgracias que van a sufrir! Sus riquezas están podridas; sus ropas, corrompidas por la polilla. Su oro y su plata se han enmohecido, y ese moho será una prueba contra ustedes y los destruirá como fuego. Han amontonado riquezas en estos días, que son los últimos. El pago que no les dieron a los hombres que trabajaron en su cosecha, está clamando contra ustedes; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores. Aquí en la tierra se han dado ustedes una vida de lujo y placeres, engordando como ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Ustedes han condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia.” – y Díaz terminó de leer éste párrafo sagrado con alguna melancolía.
-Espero que los sacerdotes de Iquique y sus secuaces crean firmemente en la Biblia, porque hasta ahora han prohibido la lectura de la Escritura, prácticamente. Ver a un católico con una Biblia en la mano yendo a misa es un disparate –señala Amalia con sarcasmo y cierto disgusto, por el manejo político astuto de los monseñores, cuando se trata de proteger el patrimonio, las inmunidades y prerrogativas de la Madre Iglesia.
-Si el Vicario Apostólico predica con fuerza el texto divino leído, al menos no vamos a tener muertos –se consuela Olea, frunciendo el ceño.

Septiembre 1907

Las fiestas patrias chilenas en la oficina salitrera de Agua Santa duraron los tres días acostumbrados comprendidos entre el 17 y 19 de septiembre, porque la mayoría eran chilenos. En otras oficinas se celebraban también la independencia del Perú y de Bolivia, dependiendo del número de pampinos en cada sitio. Ante tanto trabajo pesado los bailes populares de la Filarmónica eran una delicia, las ramadas mejor engalanadas se premiaban, las carreras de mulas y de tres pies y muchas otras eran de masiva aceptación, como los fuegos de artificio de Cifuentes. La alegría era austera y sincera y un oasis en ese universo de miseria y postergación. Algunos ingleses pretendían también imponer sus bailes y comidas, relegando a un segundo lugar la cueca y la cazuela de ave. En una de las ramadas y con un vaso de aguardiente en la mano, que los inspiraba, algunos cabecillas de los pampinos manifiestan abiertamente su malestar, bajo la luna, con la presencia temporal del líder Luis Emilio Recabarren.
-Es una vergüenza que nos paguen con fichas que sólo podemos ocupar en una oficina
y que cada día valen menos en términos reales, ya que por la devaluación del tipo de cambio las pulperías suben sus precios desfachatadamente. No sabemos aquí lo que es el dinero constante y sonante –señala Olea, con los bolsillos vacíos también.
-La leche dobló su precio, de 0.60 a 1.20, al igual que la carne y otros productos de primera necesidad –comenta un Castro atormentado por la desnutrición de sus retoños.
-Caminamos a una hambruna generalizada e irreversible. Somos vasallos malogrados, por la realidad y la ideología indigna y avara que impera –sentencia Recabarren con reciedumbre.
-A veces compras una libra de pan que no alcanza a ser una libra de pan. Además nos roban en el pesaje de los productos –alega enfadado Galarce, con las romanas tramposas.
-La Iglesia Católica, que es la vigilante oficial de la moralidad pública ha guardado un milenario y criminal silencio frente a la explotación de pampinos, campesinos y trabajadores en general, siendo fieles así a su singular tradición burguesa y aristocrática en asuntos terrenales. La Iglesia nos enseña a respetar a la Virgen María y al látigo, con pocas fluctuaciones –opina Escobar.
-Hay que cerrar los cachuchos o minas inseguras. En la mirada de los patrones preocuparse de la seguridad laboral es una gran pérdida de tiempo y dinero –indica Guerra, preocupado.
-Los patrones viven en palacios reales alhajados y nosotros en pocilgas insalubres y sin derechos, como ratas –recalca con fuerza Escobar.
- No existe el desahucio ni la indemnización ni nada –dice Castro enojado.
-¿Y no se supone que el Presidente del país quiere modernizar el Estado y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y la educación pública de los escolares y analfabetos? –es una pregunta ingenua de Barraza.
-El primer mandatario y algunos de los ministros poseen acciones o intereses en las oficinas salitreras, por eso su doble discurso, aunque les griten a los cuatro vientos que son unos patriotas de fuste, son vasallos de Londres, del capital foráneo. Sin presiones no cederán. Hay que marchar y manifestarse –explica Recabarren.
-La oligarquía no permitirá que le perforen su patrimonio, su status quo, su gloria terrenal, su alcázar en la cima, su tiara. Hace un par de años atrás en Valparaíso, Santiago y en el norte han asesinado a dirigentes por mucho menos –les recuerda Escobar.
-Los militares no vacilan al momento de desenvainar la espada para poner orden. En la historia lo han hecho miles de veces –dice Barraza.
-Es curioso que la Constitución Política señale que en Chile no hay clases privilegiadas ni esclavos y que están prohibidos los arrestos arbitrarios y los tormentos –opina Recabarren con ironía.
-El primer deber de la casa de gobierno es preservar la constitución y la ley, pero la clase política es un integrante más del cartel de salitre, por acción u omisión –explica Escobar.
-Los ingleses tienen a La Moneda en su bolsillo. No es necesaria una matanza de diputados, ya que todos colaboran con frenesí ja! ja! ja! –bromea Guerra.
-Los amos del mundo no permitirán la insubordinación de los politicastros, con o sin sombreros de copa –expresa con claridad Recabarren.
-Nosotros, en nuestra calidad de ilotas, debemos organizarnos para marchar al puerto de Iquique, capital del Departamento de Tarapacá, con respeto y firmeza, por nuestras demandas. Allá conversaremos con el Intendente –propone Olea.
-Este infierno no terminará si nosotros mismos no nos movilizamos –concluye Recabarren.
-¡Viva Chile! –dicen todos con un vaso en la mano.

En la Asociación de Salitreras que agrupaba a los “Señores del Salitre” se debatía con preocupación la subversión pampina y todos opinaban indistintamente, en una reunión oculta.
-El caliche es el oro blanco, que se está exportando lentamente a diferentes partes del mundo. No podemos permitir el caos, la sedición y los motines de esta gente.
-Estamos produciendo millones y millones de quintales, como nunca.
-El derecho de exportación del salitre es el sueldo de Chile.
-Con este desbarajuste las acciones del salitre que se transan en Londres podrían bajar de precio, y eso sería muy peligroso porque perderíamos credibilidad, que es nuestro mayor capital, junto con la mercancía en sí.
-Le hemos hecho propaganda a nuestro producto sagrado en todos los continentes. Una revuelta sólo nos traería líos y desgaste. Los mercados son muy sensibles.
-Pienso que el Presidente de la República debe intervenir ya y personalmente. Hay mucho en juego. Debemos inspirar seriedad y respeto en el mundo entero, poniéndonos en todos los escenarios posibles, inclusive el armado.
-El problema es que los trabajadores están desconformes y envalentonados. Piden el pago mensual en dinero, libre comercio en las oficinas, seguridad laboral y más, y por supuesto, quieren trabajar menos. Les molesta las productivas jornadas de doce a catorce horas. Personalmente los veo llenos de ira y resentimiento. Creo que tenemos que resolver este tipo de problemas de una vez por todas, con un castigo que sea ejemplarizador para todos los rebeldes y anarquistas de todas las generaciones venideras y ciudades.
-No es un secreto que los obreros siempre están desconformes y siempre piden más, con el tejo pasado.
-Si el cepo no es insuficiente, el fuego de nuestros valientes soldados es una alternativa final viable. Otros oficios como los carpinteros, aseadores, conductores, cargadores, lancheros, cortadores y muchos otros, están solidarizando con los agitadores. Sí, hay que pensar en una solución radical de ser necesario. Hay que ponerse en todos las situaciones posibles, sin ingenuidad ni vacilaciones.
-Obviamente los sacerdotes están del lado correcto, con discreción y eufemismos.
-El oro blanco es el sueldo de Chile, le damos empleo a cuarenta mil hombres, cada día prosperamos más, vivimos una época dorada y a estos revoltosos se les ocurre venirnos a llorar cuando el salitre está en su apogeo. ¿Qué sería de Chile sin la exportación del oro blanco? Claro, ellos no se preocupan del presupuesto social de la nación, de los otros compatriotas.
-Somos monoexportadores, prácticamente lo único que este país exporta es salitre. Cualquier perforación a la productividad de esta mercancía sagrada podría traer corolarios arrolladores y catastróficos. El orden y la seguridad se deben mantener a cualquier precio. Hoy, la patria peligra, y no es una alegoría.
-Muchas empresas internacionales agrícolas y del área química dependen del insumo clave que oportunamente les entrega Tarapacá. Son nuestros clientes fieles que costó mucho ganar. No podemos dar un triste espectáculo con una eventual revuelta. Tenemos que ser garantes de responsabilidad y eficiencia, en toda hora y lugar, también a través de nuestros delegados en las ciudades estratégicas de nuestro negocio, particularmente en Europa.
-Nuestro gran objetivo es aumentar nuestras ventas y clientela en el orbe, así que las autoridades deberán tomar las decisiones duras que sean pertinentes, aunque sean impopulares y agresivas.
-Bueno, es tranquilizador saber que La Moneda, el Parlamento y todos aquellos que creen en el orden y la disciplina están con nosotros. La Iglesia jamás nos ha dicho que ofendemos a Dios. Nadie ha sido excomulgado por trabajar duro, que yo sepa. Todos los católicos y protestantes involucrados estamos en comunión con el Señor, por medio de cada Eucaristía, y el oro blanco.
-Después de convertir este desierto, que no era nada, en la caja fuerte de la república acercándonos a los cuarenta millones de quintales españoles elaborados con más de cien oficinas operando, nos tropezamos con estos andrajosos levantando consignas, influenciados por la ideología marxista, que es peligrosamente atea. Sería un aporte ir tras los sediciosos e insurgentes. Los cabecillas son más peligrosos que los cachuchos y la dinamita. Se requiere de mucha dedicación para mantener una estructura de costos que asegure utilidades y un buen futuro. También en el ítem remuneraciones somos austeros y cuidadosos.
-Hemos traído a esta tierra trenes, maquinarias, tecnología, profesionales calificados y más, y los alborotadores anhelan estropearlo todo. La economía de la patria vive y muere en Iquique, al menos por ahora.
-Algunos expertos miden el progreso de algunas ciudades por los quintales de salitre que importan. Somos el alma máter demasiadas veces.
- No nos olvidemos que Chile y Su Majestad firmaron un Tratado de amistad y comercio, y no es una exageración señalar que parte del cultivo alemán depende de nosotros, y con los norteamericanos veo un futuro esplendoroso, en especial con sus algodoneros, a pesar de los vaivenes del precio.
-A nuestro enemigo el sulfato de amonio lo estamos aplastando.
-Con las huelgas, la propaganda de nuestro producto se puede averiar.
-También nos acercamos a Japón, Argentina y otros.
- ¿Se imaginan lo que sucedería si Asia se convierte en uno de nuestros clientes?
-Hemos trabajado rígidamente y bien, y nuestro techo es el cielo. No arrojemos por la borda decenios de estrés y laboriosidad incuestionable, por unos pampinos plañideros.
-El Gobierno no equivocará el sendero, ya que existe la fantástica posibilidad de que el planeta completo sea nuestro cliente. Sin orden y disciplina es imposible prosperar.

Diciembre de 1907 fue particularmente agitado. Algunas huelgas en el puerto habían decaído y otras fueron algo exitosas. La devaluación desatada del peso generó estragos tales que desde todos lados y distritos empezaron a llamar a la huelga, a protestar, a marchar. La situación económica era la más intolerable. Los líderes más ideologizados, de perfil revolucionario, eran los más decididos e insistentes en su plan de revertir la situación sin medir consecuencias, esquivando cualquier trasfondo político en los requerimientos en sí. Más miseria era difícil. Todo comenzó formalmente en San Lorenzo y el petitorio recorrió la pampa como reguero de pólvora. Empezaron a marchar cientos y miles al puerto a plantear su inquietud a las autoridades. De repente Iquique se repletó de obreros mal pagados, maltratados y debilitados físicamente. Se tomaron pacíficamente la ciudad, empezó el desabastecimiento y el Gobierno se asustó y le dio al Intendente instrucciones de restablecer el orden quebrantado utilizando cualquier medio posible. Y ese 21 de diciembre de 1907 al frente de la Escuela Domingo Santa María se apostaron dos ametralladoras y fusiles con el propósito de hacer recapacitar a los huelguistas y agitadores. La producción de Tarapacá estaba paralizada y eso podría perforar el modelo político y económico con consecuencias insospechadas. La azuzada peonada estaba decidida a no ceder. Los dirigentes conversaron entre sí por última vez cerca de las tres de la tarde de ese día 21 en la fatal Escuela, en la azotea, en medio de presiones, silbidos y grandísima tensión.
-Injustificadamente muchas casas se preparan para un eventual saqueo y otros desmanes por parte de nosotros.
-Los que atemorizan a los iquiqueños con mentiras creen que vamos a incendiar casas, porque el puerto está construido de pura madera. Algunos canallas nos ven como si fuéramos delincuentes. Patrones aterrorizaron a la gente y presionaron a las autoridades. Algunos pudientes se escondieron en barcos. Hoy, promover el pánico es su negocio. Ellos son los buenos cristianos y la gente decente y nosotros somos un peligro público, una masa resentida, la escoria, una mecha encendida impredecible.
-Bueno, hay más de diez mil trabajadores apoyándonos y pasan los días sin soluciones concretas. Ya hay marinos y soldados bien armados, temen hasta una epidemia, y obviamente están asustados como yo estoy preocupado. Esto podría terminar muy mal.
-Si con miles de pampinos respaldándonos no logramos una respuesta satisfactoria estamos perdidos, jamás avanzaremos en nuestras reivindicaciones, jamás. Es ahora o nunca. Ser un esclavo hambriento es excesivo y cruel. Hay que irse a la pampa con alguna solución potente.
-El truco es que nos desmovilicemos, que nos subamos a los trenes y que volvamos a nuestras faenas y que dejemos acá en el puerto sólo a los dirigentes. Así ellos se pueden burlar de nosotros una vez más, porque desunidos no valemos nada.
-Sólo pedimos llegar a fin de mes con el pan sobre la mesa y poseer algunos derechos elementales.
-Digámoslo de una vez. Para ellos los peones son un mal necesario, parias.
-Hemos logrado prácticamente paralizar la producción en Tarapacá y no nos responden con claridad. Algo traman, por eso declararon estado de sitio. El Intendente es un británico leal más. Cual fuere, no les interesa nuestra suerte. Ellos no tienen una ametralladora al frente y están más estremecidos que nosotros.
-No podemos arrugar ahora. Estamos obligados a quedarnos encadenados a nuestro austero petitorio hasta las últimas consecuencias. Devolvernos con las manos vacías y humillados a las oficinas sería ridículo e impresentable, y perderíamos credibilidad en cualquier movilización futura: sería nuestro cataclismo. Esto no es un juego, es una apuesta vital.
-Todos los descontentos e injusticias históricas de Chile se reúnen hoy en esta escuela. Hemos llegado hasta aquí después de mucho dolor y de aquí no nos movemos.
-Las amables palabras de las autoridades y de los uniformados son un cuento sucio, dilaciones, para ganar tiempo. Quieren desgastarnos y dividirnos.
-Si hoy en Iquique los trabajadores obtenemos un triunfo sindical, muchos otros postergados en otras latitudes van a hacer lo mismo. La buena semilla reside aquí y hoy.
-Ahí radica el fondo del problema. El Intendente no puede ceder, el Gobierno se siente abochornado y no quiere salir derrotado de este lío. Sería un pésimo ejemplo para otras ciudades y los británicos, y envalentonaría a campesinos, obreros y mil más. Por eso estoy nervioso y el armamento que vi no es una alegoría. Es que la agitación social los incomoda, y viene desde hace tiempo. Somos nosotros los que deberíamos ceder y ser sumisos, no ellos. Los descolocamos. El aire se puede cortar con un cuchillo.
-Hasta el momento no tenemos actos de indisciplina o de desorden, y eso que nos han incitado a la violencia algunos extraños personajes e infiltrados.
-El único amo es el lucro desmedido y despiadado de los ingleses y sus cómplices o súbditos. No tenemos viviendas, salud, educación, previsión, seguridad laboral, futuro ni nada. La propiedad privada en nuestra clase es una utopía y en ellos una caparazón. Hoy tenemos la oportunidad de revertir la historia, de empezar a hacer reformas estructurales, de transformar la sociedad, paso a paso y con prudencia.
-Entonces todos estamos de acuerdo que desde aquí no nos movemos. Además, si nos vamos al hipódromo también nos pueden disparar en el trayecto. No somos pelotas de fútbol. Basta ya.
-¿Y cuál es la diferencia en que nos den la respuesta final en esta escuela u otro lugar?
-Lo único que nos entregan son evasivas y fábulas. No les creo nada y esta democracia y ordenamiento jurídico son un chiste desalmado. En esta mafia del poder están todos coludidos: políticos, empresarios, ingleses, curas, generales y ricachones en general.
-Estamos sentados sobre dinamita, obviamente. Ya no soy un optimista y espero lo peor.
-Ellos la única solución que nos dan es que nos desmovilicemos ahora, a cambio de eventuales migajas en un futuro lejano.
-A estas alturas del miedo ellos piensan que está en peligro la existencia misma de la burguesía, de su sistema de vida y privilegios. Un rico aterrorizado es peligroso.
-También les preocupa el descrédito, el no poder dar cumplimiento a sus contratos con los extranjeros. Su único desvelo es el salitre, que es su oro, su alma.
-Entonces, todos ellos están en estado de pánico, y bien armados.
-Repito, nuestro petitorio es sobrio y constitucional.
-De acuerdo, de aquí no nos movemos y la respuesta dada al general Silva Renard y a sus enviados se mantiene. Los que quieran abandonar la escuela pueden hacerlo libremente. Cualquiera le teme a una ametralladora con balas de guerra.
-Algunos peruanos, bolivianos y mujeres también, han decidido quedarse aquí, hasta el final, sin importar lo que suceda.
-Si hoy no derrotamos nuestra esclavitud, jamás lo haremos. Lamento el enfado del general. Espero que recapacite y que no haga ninguna locura en este clima de tensión.
-Que Dios nos cuide y nos reciba.
A las 15.30 horas el general Silva Renard solucionó el problema de días y semanas en un minuto. Descargó las ametralladoras y la fusilería sobre la azotea y puerta de la escuela Santa María. Se terminaron los petitorios, negociaciones, desórdenes, esperas y miedos. Cada uno con su procacidad profesional e histórica intentaría lavarse las manos con lo ocurrido. El asesino formal es el Ejército, los marinos, y todos los demás “hicieron todo lo posible” por solucionar el problema, pusieron sus mejores esfuerzos y no se pudo. El trabajo sucio lo hizo el brazo armado de los ingleses y aristócratas criollos, al mando de Silva Renard, que fue felicitado por el Presidente de la República y seguramente por el rey de Inglaterra a través del cónsul. Un regimiento en Concepción llevará el nombre del general que restableció el orden, la seguridad y el progreso en Iquique, con valor y determinación, un día 21 de diciembre de 1907. Los próximos trabajadores insolentes o alborotadores lo pensarán dos veces antes de emponzoñarle la mente a las masas, a los rendidos. Si bien hay muchos documentos no desclasificados, seguramente los asesinados en la Escuela Domingo Santa María fueron más de dos mil. Ningún pañuelo blanco levantado por los huelguistas fue respetado. Ese día la oligarquía descargó todo lo que poseía, particularmente su ira, avaricia y nerviosismo.

Después de concluida la masacre de la Escuela Santa María ese sábado 21 en la ciudad chilena de Iquique, los estupefactos sobrevivientes de las balas, lanzas y sables, también caminaban al hipódromo como fallecidos, con una siquis envuelta por el desconsuelo más una derrota humillante que dejaría traumas y huellas brutales en los decenios venideros. El movimiento obrero aplastado se demoró muchos años en recuperar el aliento y la fe. El petitorio sindical de los pampinos era mesurado, mas los ingleses tenían a La Moneda y a los chilenos ultra patriotas en el bolsillo, particularmente a esos chilenos que cantan el himno nacional con espumarajos en la boca. Al menos el norte de Chile era un súbdito camuflado más de Buckingham, una hacienda real con títulos de propiedad. A destiempo, los parlamentarios con sus sombreros de copa manifestaron su malestar con cierta convicción por lo ocurrido, sin renunciar al vasallaje. Los londinenses se reían con el putrefacto enfado de los congresistas huasos. El Vicario Apostólico de Iquique reclamaba con voz muy baja por el pago con fichas, por los cepos y el hambre, de aquellos decenios. Los obispos desde el año 1891 usaban la encíclica social papal Rerum Novarum de papel higiénico. No les gustaba leerla en voz alta delante de los explotadores y ladrones encopetados en la liturgia o en las esquinas con un altavoz. La Madre Iglesia no excomulgó al Presidente Montt, al Ministro Sotomayor, al general Silva Renard ni a ninguno de los homicidas involucrados o implicados y sus cómplices. Podían excomulgar a un metodista, a un ateo o a un masón con furia y de inmediato, pero no a esa interminable lista de asesinos de gente pobre e inocente y humillada, especialmente por negreros sacramentados en la pía catedral. Los sacerdotes lamentaron los hechos ocurridos en la escuela de la calle Latorre con un lloroso responso extemporáneo, fuera de lugar, con un guión y actuación teatrales que siempre son fenomenales y probadamente eficaces. Con agua bendita, los refinados obispos de la patria siempre postergan la justicia social, mirando a la Virgen María. La Constitución política hacía de Chile un país confesional, católico, injusto y miserable. Era deber del presidente en su juramento prometer defender la santa fe romana y era un deber constitucional de la Iglesia instruir religiosamente a la ciudadanía, creándoles una conciencia social neotestamentaria, entre otros. Aquí el catolicismo era sinónimo de penurias y vilipendios, como en casi todas las ciudades católicas del mundo. La justicia y la sublime misericordia del Evangelio no llegaban a la pampa, ni a Santiago, ni al campo y ni a ningún lado. El desvelo del Romano Pontífice era incrementar el capital de la Madre Iglesia y mantener o elevar su poder político, financiero, inmobiliario e ideológico. La sangre obrera derramada no era una preocupación del oro blanco o del arzobispo, y con la sangre preciosa derramada en la cruz del calvario procuraban eternizarse con el poder celestial y terrenal, manipulándolo todo, en especial la admisión al reino de los cielos. Es que el maldito modernismo taladraba incesantemente a la Santa Sede por varios flancos. El enemigo real de Dios era la secularización y no una esclavitud que siempre existió. Las conclusiones de Voltaire y de la Ilustración son una lacra. Es que un Romano Pontífice en materias de fe y moral y hablando ex cathedra es infalible. Es una barbaridad interpelar al representante legal de Cristo en la tierra, al administrador de la hacienda y bienes del Todopoderoso, aunque estés en una piscina de sangre inocente. Los retoños del modernismo te invitan a reclamar, a rebelarte, al criticismo, al juicio analítico, a la blasfemia, a cuestionar la fe, y lo más aberrante de todo, te incitan a cuestionar la legitimidad de una Madre Iglesia que si bien siempre fue una lameculos o compinche de reyes, príncipes, tiranos, falsificadores, explotadores, millonarios, aristócratas, homicidas, despóticos, ladrones, contrabandistas, especuladores, pederastas, avaros, estafadores, mafiosos, genocidas y degenerados en general, es la Santa Sede la que posee la sagrada e irrevocable misión de llevar a este pecaminoso mundo el Evangelio puro y sencillo de Jesucristo, sin aditivos o contaminaciones posteriores, con el propósito de asear y rescatar a esa alma humana caída en el huerto del edén. El catálogo de sacramentos sería el instrumento divino de tan loable gestión. La Iglesia de Roma tiene una opción preferencial por los millonarios y poderosos, sin fluctuaciones, aunque intenten aparecer siempre como justicieros. El Vicario Apostólico se preocupaba con celo y fuego irónicos por la salvación del alma de los pampinos, que esta vez sí se subieron a los trenes, con la masacre y el dolor dibujados con cincel en sus rostros. Los participantes y cómplices silenciosos de la masacre continuaron consumiendo la hostia consagrada, sin caras feas.

Junio 1912

Usando como plataforma y vocero al periódico “El Despertar de los Trabajadores”, el 4 de junio Luis Emilio Recabarren, que no pudo ser diputado por ser agnóstico, funda en Iquique el POS, Partido Obrero Socialista en la propia sede del periódico ubicada en calle Barros Arana llegando a la calle Sotomayor, escoltado por un puñado de pampinos, con el propósito de difundir el socialismo y la lucha revolucionaria en la clase obrera y entre los vilipendeados y postergados de siempre. Esta calle Barros Arana es una de las que rodea a la Escuela Santa María, por una pretensión del destino. Recabarren se reúne después en la calle Gorostiaga con un abogado constitucionalista que visitaba el puerto y analizan desde un punto de vista jurídico también los hechos ocurridos en la Escuela Santa María.
-Amigo Luis, la única religión de la república es la Católica, Apostólica y Romana, según el artículo 5 de la constitución, es más, el presidente del país debe jurar que va a proteger el catolicismo y el Vaticano, que es una potencia extranjera; que va a conservar la independencia de Chile, los ingleses cáusticamente, no piensan lo mismo; y que va a ser el primero en cumplir y hacer cumplir la ley, también en Iquique supongo –señala y agrega con sarcasmo el abogado.
-Entonces son los estirados obispos, de familias acomodadas generalmente, los responsables oficiales de instruir y de promover la sublime misericordia y justicia del Evangelio de Jesús de Nazaret, incluyendo la pampa –comenta Recabarren.
-Exactamente. La Iglesia tiene el deber constitucional de combatir los vicios y la inmoralidad, promoviendo la santidad en la ciudadanía –opina el jurisconsulto.
-Al no denunciar a tiempo y con fuerza la explotación, los crímenes y los abusos, que son el pan de cada día en Chile, la Iglesia faltó a su deber legal y moral. Estoy claro que los obispos utilizan a Dios y las penas del infierno con astucia para someter a los trabajadores y neutralizar de esta manera cualquier germen de justicia social o divina. Los cardenales no amenazan con el infierno a los asesinos y negreros. Los obispos quieren solucionar el lío de la miseria mediante la caridad no mediante una justa distribución de la riqueza nacional. En esta caridad aparecen los sacerdotes héroes y apóstoles que lo dan todo por el prójimo, especializándose en la mendicidad pía, y que después son subidos a los altares con el beneplácito y risa de los acaudalados, correctamente bautizados –opina Recabarren.
-Los refinados obispos se escudan detrás de algunas encíclicas y sermones tibios. Si ven a una dama mostrando la rodilla hacen un escándalo de proporciones, si ultiman a un obrero hambriento lo aceptan con resignación y plegarias. El arzobispo y sus secuaces transitan con rigor dentro de la ley cuando tienen que recibir del Estado prebendas, privilegios y beneficios. Intentar dañarles su fortuna o poder político es causa de una ira santa que no han tenido jamás en las matanzas de obreros. Al negrero le dan la hostia consagrada con emoción y un rostro angelical –señala el abogado.
-Sueño con un Estado laico. Créeme, la Iglesia se separará del Estado algún día –vaticina Recabarren.
-El que lo intente chocará descaradamente con las fuerzas financieras y políticas de la ralea de la Santa Sede, con las fuerzas de su padre el diablo, que los protege. El Estado se separará de la Iglesia, pero los obispos jamás se van a separar del Estado y sus beneficios. Son unos chupasangres profesionales –le advierte el licenciado.
-Si la Carta Fundamental no sirve para enriquecerse o para mantenerse en el poder, la oligarquía la desestima de inmediato, por el tiempo y con el armamento que sean necesarios –replica enfadado Recabarren, por ese eterno oligopolio del planeta.
-El primer deber del ordenamiento jurídico es someterse a los intereses de los amos y propietarios de la república. La constitución es un instrumento de sumisión más, el más estratégico. Ahora, si es el muerto de hambre el que viola la ley por alguna justa reivindicación, el Estado desenvaina de inmediato su espada loada con agua bendita, y si el famélico ser no ha transgredido la ley, igual desenfundan la espada, si lo consideran pertinente –analiza el abogado.
-Con la matanza de la Escuela todos violaron la constitución política, su constitución –advierte Recabarren.
-Imagínate, según nuestra Carta Fundamental de 1833 ninguno puede ser condenado, si no es juzgado legalmente. Para que una orden de arresto pueda ejecutarse se requiere que emane de una autoridad que tenga facultad de arrestar al ciudadano –dice el abogado.
-Entonces asesinar a un trabajador o a más de uno es sencillamente un delito –deduce el fundador del POS, totalmente frustrado.
-Deberían ser juzgados todos los autores y coautores intelectuales y materiales de esta matanza, pero difícilmente el rey se va a disparar él mismo en un pie. La Comisión Conservadora del Senado, compuesta por siete senadores, también violó la ley y su juramento. El artículo 58 le ordena “Velar sobre la observancia de la Constitución y de las leyes”. La Cámara de Diputados debió acusar a la Comisión Conservadora por no cumplir con su deber y por su desidia ante el horror, y no lo hizo. También debieron acusar a los ministros y militares involucrados en esta masacre, y también callaron y lo omitieron, siendo leales así sólo a los intereses de los poderosos, que eran ellos mismos, muchas veces. Por supuesto, varios lamentaron lo ocurrido, con un dolor que es intrascendente y sin ramificaciones, como el beatón y temporal padecimiento de los curas, engomados al frío Cristo de la catedral. El Vicario no acompañó en la escuela a los que iban a ser asesinados, no rezó por ellos, con ellos. Reaccionó y lloró después, tímida e hipócritamente, con el propósito de mantener su imagen inmaculada, con los cadáveres y agonizantes en el suelo –dice el letrado.
-Entonces, ¿nadie faltó a la infamia? –consulta el líder obrero.
-El Presidente de la República, sus ministros, la Iglesia Romana, los parlamentarios, los fiscales y jueces, los uniformados y las autoridades de Tarapacá están manchados con sangre, y la declaración de Estado de Sitio por parte del Intendente Carlos Eastman no los limpiará jamás, ni siquiera en una fracción, del crimen en masa que han tratado de ocultar hasta hoy –le dice el constitucionalista.
-Pero nadie posee más poder que la impunidad, en la historia de los vilipendiados –reflexiona Recabarren.
-La decisión de matar por parte del ministro Sotomayor estaba ya tomada, militares de diversos lugares ya se habían movilizado. El injustificado Estado de Sitio fue la mala excusa legal, con unos pampinos que siempre fueron respetuosos del orden. Sotomayor al enterarse de que cada día los huelguistas eran más y más, con una directiva que siempre se mantuvo firme en su petitorio, entró en estado de pánico. Todo el modelo político y económico de la república peligraba, la patria peligraba. Mostrarse débil en esta hora crucial habría sublevado a anarquistas, agitadores, sediciosos y revolucionarios, con derivaciones inconcebibles para los latifundistas y empresarios. Según su aristocrática visión, La Moneda tomó la difícil y patriótica decisión de mantener un diseño que no removiera las bases ideológicas y económicas de la injusticia oleada y sacramentada, interpretando la ley y la ética a su antojo, a como dé lugar, encuadrando la redondela. Como saben que transgredieron casi todas las leyes chilenas cubrieron la matanza con un silencio y un secretismo a ultranza, con el propósito de borrar cualquier evidencia –analiza sesudamente el abogado.
-¿Y no se supone que la ley garantiza la igualdad?, que ya sé que no existe en este país –pregunta don Luis Emilio.
-Efectivamente, y por favor no te rías. El artículo 12 garantiza la igualdad ante la ley y en “Chile no hay clases privilegiadas” –le responde el abogado.
-Al menos hay que desenmascararlos. Al matar a estos calicheros iniciaron una guerra de clases, invitando explícitamente a los postergados a ser violentos. Cuando la clase alta descartó a la clase baja de los beneficios de la prosperidad, comenzó una lucha de clases, que nunca empezó de abajo, de la peonada – expresa convencido Recabarren.
-Enrique Zañartu y otros pretenden borrar o cubrir todo con un manto de olvido. Él pide que demos vuelta la página, que miremos el futuro, que no envenenemos el alma de los humildes con episodios trágicos, que no les dañemos la siquis a los peatones y que sepamos todos perdonarnos y pedir perdón, en el confesionario. La labor del fiscal fue justificar lo injustificable –expresa el abogado.
Este asesinato en masa es una réplica de mil matanzas anteriores en la bitácora de los vasallos, y de las que vendrán. No les perforarán el monedero, que es su único dios. La historia de la humanidad es la de una minoría permanente que posee el poder político y económico, con grandes mayorías de excluidos que luchan por un pedazo de pan y justicia. El oprimido se pondrá de pie otra vez –insiste con fe Recabarren.
Han pasado los decenios, se ha derramado más sangre y el poder real continúa concentrado en muy pocas manos. Chile fue y es una tierra de esclavos, debidamente bautizados, y las rameras siguen siendo las mismas, especialmente La Moneda, el congreso, los generales, los periodistas, los lameculos de siempre y los religiosos circunspectos. La matanza de San Gregorio es una prueba irrefutable más de la coherencia y codicia imperecedera del negrero. Entre matar y pagar el desahucio optaron por lo primero, por la vía rápida, como siempre.




FIN

1907


ANTOLOGÍA DE CUENTOS
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Del blog índice “LAS SOTANA DE SATÁN”
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JAIME FARIÑA MORALES 
ARICA-CHILE